NO es verdad señorita, que me lamento como las mujeres? No
Es que también hay un momento en que uno no puede más. A veces me acuerdo de esa gente que me escribe cartas después de que leen mis libros, pienso en los amigos, pienso en ti. Voy alegre a la hora del correo y cuando abro esas cartas sin importancia y noto la ausencia cotidianas de tus palabras, comprendo la triste realidad.
Quien eres tú? Yo, quién soy? A ti qué te importa lo que yo haga o sufra? Qué cosa soy para ti? Tal vez, profundamente, en la verdad más escondida, nada. Una cosa ajena a ti, un hombre que, a tu lado gesticula, habla, se aleja, se acerca. Un hombre a quién has escondido tus pensamientos mas claros, un hombre que te ha tratado casi como a una muñeca, y aveces ha tenido deseos de romperla. Y eso, durante tanto tiempo, he sido para todos. Yo no me quejo de esta soledad que me ha echo diferente de todos, pero a veces se me sale un grito por la herida.
Dice Neruda,
a quien entrega el mundo en cada renglón,.
qué sirva el aire diferente para olvidar, para mentir, para engañar, al mismo alma; qué no sea mas que un sueño, que dure, que sea eterno; qué los mil colores nuevos me fascinen y me hagan ya borrar, mil caras, no nuevas, ni des conocidas, familiares, muy amadas; qué no exista la melancolía y el miedo; que me pierda para siempre en tus ojos y no vuelva mas; qué olvides el tiempo; qué se te olvide el recuerdo y seamos libres de verdad...
Y quizás sea la ciudad del cielo gris, la que de comienzo a todo esto, qué sea mi diario visual, quien me recuerde que estas muy lejos de mi.
Un día, quizás mañana, explique todo esto, la fotogenia, que será, y que no será lo que estas lineas digan, al menos, lee. Quizás un día algo te llene, posiblemente el resto, no. Pero solo seré yo, en palabras.




Emilio Jiménez.
